Problemas para permanecer despierto. Así como hay personas a los que les cuesta conciliar el sueño, hay otras que se sienten cansadas y con ganas de dormir todo el día. A este trastorno se lo conoce como hipersomnia, aunque también recibe el nombre de somnolencia diurna excesiva. Esta afección incluye situaciones en las que la persona necesita dormir demasiado, destacándose dos en particular:
Narcolepsia: si bien aún no se logran determinar las causas, se trata de somnolencia diurna excesiva (ataques de sueño sin previo aviso), parálisis del sueño (despertarse sintiendo que no se puede mover, abrir los ojos y/o hablar) y alucinaciones del sueño (auditivas y visuales). Esta alteración no puede curarse pero si controlarse, en la mayoría de los pacientes, con medicamentos y medidas generales (mantener una rutina horaria de sueño, evitar las comidas pesadas y realizar descansos de 15 minutos durante el día).
Apnea obstructiva del sueño: afecta principalmente a las personas que padecen obesidad, ya que se caracteriza por interrupciones transitorias de la respiración cuando la persona está dormida. Como consecuencia, el sueño se ve alterado ocasionando ronquidos, sueño fragmentado, somnolencia y fatiga. El tratamiento consiste en corregir factores como la obesidad y al uso de dispositivos durante el sueño que ayudan a que no se produzcan esos cortes respiratorios (apneas).
Problemas para mantener un horario regular de sueño. También se pueden presentar problemas cuando no se mantiene un horario constante de sueño y de vigilia (despierto). Esto sucede cuando se viaja cruzando zonas horarias distintas, o bien por trabajar de noche o con horarios rotativos. Estos trastornos incluyen diversas alteraciones, como por ejemplo, adelanto de la fase del sueño (acostarse por la tarde y despertarse muy temprano).
Conductas que interrumpen el sueño. Las conductas anormales durante el sueño se denominan parasomnias y una de las más comunes es el sonambulismo, el cual consiste en que la persona se levanta y camina dormida. Esta alteración se manifiesta con mayor frecuencia en los niños y aunque se desconocen las causas que lo generan, este trastorno tiene una predisposición hereditaria. Esto quiere decir que si el padre o la madre tienen antecedentes de sonambulismo, determinados factores (estrés, fiebre, privación del sueño, entre otros) contribuyen a la presencia de estos episodios. El tratamiento para este trastorno es similar al del insomnio y consiste en mejorar la higiene del sueño, es decir, evitar consumir sustancias o realizar actividades que alteran al organismo al momento de dormir.
Para diagnosticar y conocer de qué
trastorno del sueño se trata, se realiza un estudio llamado polisomnografía, el cual consiste en monitorear al paciente durante la noche para obtener información de múltiples parámetros corporales como actividad eléctrica cerebral, respiratorios, cardíacos y de movimientos que logren valorar la calidad del sueño y sus trastornos. Se trata de un estudio de ciclos y comportamientos del sueño que se adapta a cada paciente y no produce ningún dolor.
La gran variedad de innovaciones tecnológicas en materia de neurología permite no sólo diagnosticar los trastornos sino también, y gracias a diferentes dispositivos, logra mejorar los inconvenientes respiratorios durante la etapa del sueño.
Frente al gran espectro de trastornos que pueden perturbar el sueño y ante la presencia de alguno de ellos, es de gran importancia realizar una consulta con un médico especialista en medicina del sueño para lograr un diagnóstico certero que permita identificar la alteración e indicar el tratamiento más adecuado en casa caso en particular.