En esta nota, te contamos a qué emociones prestarle atención y las recomendaciones a tener en cuenta para gestionarlas en el contexto de pandemia que vivimos.
emociones
La rutina y las actividades diarias dieron un giro con la llegada de una nueva enfermedad, el COVID-19. Su aparición irrumpió nuestras vidas, de un día para otro. En las noticias se comenzó a hablar de conceptos nuevos, sucesivos y hasta reiterados de esta pandemia, como virus, cuarentena, recomendaciones, enfermedad, fallecimientos, entre otros. Es así que, las comunicaciones periodísticas, sociales y laborales fueron unificando la realidad que se plasmó en la cuarentena obligatoria.

La incertidumbre que genera el aislamiento social no solo modifica la vida cotidiana sino también impacta en las emociones. No hay precisión de cuándo termina, o bien, cómo será retomar las actividades. Y en este proceso de aceptación es importante el estado anímico.

¿Cómo responde nuestro cerebro?

Nuestra salud mental evidencia cambios con respuestas adaptativas que van a ser variables según el temperamento, la vulnerabilidad y la capacidad de enfrentar situaciones complejas. Esta complejidad adquiere hoy características traumáticas, ya sea por la aparición inesperada, porque nos enfrenta ante lo que no sabemos o conocemos y porque modifica la cotidianeidad de manera obligatoria.

La angustia, la ansiedad, la irritabilidad, el insomnio, el desborde emocional y las manifestaciones somáticas son algunos de los síntomas que aparecen frente a la realidad sanitaria actual.

Es decir, la angustia surge como una reacción adaptativa frente a la amenaza propicia de la búsqueda de respuestas, si la ansiedad deviene y persiste desborda al sujeto y surgen así reacciones impulsivas-agresivas; o bien, puede ocurrir lo contrario, es decir que la persona se paraliza, se detiene y no encuentra salida y, es ahí donde aparecen los síntomas somáticos como el insomnio, cefalea, dolores musculares, fatiga, entre otros) y manifestaciones hipocondríacas ligadas a los síntomas actuales de la enfermedad (tos, fiebre, dolor de garganta y dificultad para respirar).

La intensidad de los mismos varía y puede surgir como reacciones adecuadas o patológicas que requieran asistencia profesional. Lo importante es no sólo reconocer esas emociones sino también poder actuar y trabajar sobre ellas para lograr de la salud física y mental.

Muchas de esas emociones surgen a partir del consumo de noticias sensacionalistas sobre COVID-19. Es por ello que, una de las formas de regularlas es limitar la exposición a los diferentes medios de comunicación y a sus reportes de noticias. Es decir, no se trata de aislarse y no saber qué ocurre afuera, sino poder establecer límites que nos ayuden a gestionar nuestras emociones y sentimientos como, por ejemplo, que el tiempo en que se consumen las noticias sea medido y que sea información de fuentes confiables. Asimismo, es importante que se mantengan rutinas habituales en la casa y poder hacer diferentes actividades hogareñas, como aprovechar el tiempo en el hogar para hacer aquellas cosas que por lo general se ven relegadas por la rutina diaria. De igual manera, y gracias a la tecnología también es posible mantener el diálogo con la familia y amigos a través de videollamadas, o bien poder continuar con el trabajo y/o el estudio de manera virtual y a distancia.

Durante este período es importante prestar atención a los más pequeños y a los adultos mayores, debido a que son grupos etarios que necesitan contención y acompañamiento. Respecto a los niños es necesario e indispensable supervisar el contenido de información que consumen, motivarlos y ser creativos a la hora de jugar. En cuanto a los adultos mayores, la asistencia se relaciona no sólo con cuidarlos y brindarle ayuda a sus necesidades, sino también hacerlos sentir acompañados y evitar que deban salir al exterior para realizar diferentes actividades, debido a la vulnerabilidad que representa para ellos la propagación de este virus. Es por ello que, durante este tiempo es de vital importancia comprender y hacerles entender, tanto a los niños como a los adultos mayores, que las restricciones son medidas de protección que posibilita transitar este período, y dimensionar el riesgo ante esta situación inédita, de la mejor manera posible.

De esta manera, es posible contrarrestar diferentes emociones y sentimientos que pueden llegar a aparecer por el aislamiento obligatorio, como la soledad, el aburrimiento, miedo, nostalgia, etc.

Por esta razón, el modo de acompañarse hoy, es comunicándose, hablando de lo que sucede, de lo que se siente, permitir poner en palabras al aislamiento y a las pérdidas que se objetivan y posibilitan el compartir dimensiones de las sensaciones. Es por ello que, en caso de la aparición de alguno de las emociones y síntomas descriptas en esta nota, es recomendable consultar con un profesional en salud, que pueda brindarle atención médica y realizar el tratamiento más adecuado a través del nuevo Servicio de Telemedicina. Esta consulta virtual permite que el paciente pueda recibir asistencia del equipo médico y tener su opinión respecto a cuándo recurrir o no al centro de salud.


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