En esta época del año es común que se presenten con más frecuencia cálculos renales debido a las altas temperaturas, la humedad y la escasa hidratación, aumentando la pérdida de líquido en nuestro organismo, tanto por transpiración como por respiración. Esto provoca un aumento de la saturación de sales en la orina, la cual se concentra y hace que las sustancias que se eliminan por la misma (entre ellas cristales) se acumulen y formen cálculos, también llamados litiasis o piedras.

Los cálculos renales son pequeños depósitos duros de sales y minerales que se forman cuando la orina se concentra. Los minerales se cristalizan y se adhieren formando piedras que, al ser evacuadas junto con la orina, pueden producir un cólico renal. 

La causa más frecuente y principal factor de riesgo para la formación de cólicos renales durante el verano es la deshidratación. Cuando hace calor la orina disminuye, ya que hay menor cantidad de agua en nuestro cuerpo y, por lo tanto, la misma se encuentra más diluida. Además, diversos estudios han demostrado que un bajo volumen de orina provocado por una pérdida de agua no compensada, genera mayor concentración de compuestos urinarios aumentando el riesgo de formar cálculos.
cálculos renales en verano
Una señal a la que es importante prestarle atención es a la coloración de la orina. Cuando ésta es de color amarillo intenso puede representar un cuadro de deshidratación, siendo común este color luego de sudar en exceso por realizar actividad física o al no consumir la cantidad de líquido suficiente. Sin embargo, algunos medicamentos pueden ocasionar esta coloración al igual que la primera orina de la mañana. En cambio, cuando la orina es prácticamente transparente quiere decir que nos encontramos sobre hidratados (puede suceder luego de tomar mucho líquido). La coloración normal es amarillo pálido, lo cual indica un correcto nivel de hidratación y un funcionamiento adecuado de nuestros riñones. Más allá de este indicador, ante los primeros síntomas, malestar o dudas lo recomendable es acudir a un centro asistencial de salud para obtener la opinión de un profesional médico.
Un cólico renal se manifiesta, principalmente, con un dolor intenso que suele comenzar en la región lumbar alta (en la espalda, a la altura de las últimas costillas) y que tiende a irradiarse hacia el abdomen con dirección al pubis.
El dolor, de comienzo brusco y de gran intensidad, puede durar entre 30 minutos y una hora, pudiendo extenderse más tiempo y desaparecer de forma súbita. Quien lo padece se muestra inquieto, sin encontrar posición, y puede tener náuseas, vómitos y diarrea como consecuencia del dolor. Al ser de comienzo brusco no es posible saber cuándo va a presentarse, razón por la que se llega al diagnóstico una vez desencadenado el episodio.
Los estudios más comunes para diagnosticar el cólico renal son análisis de orina, ecografía, radiografía simple y, para un diagnóstico con absoluta certeza, una tomografía computada. 
En general, la edad más frecuente de presentación es entre los 20 y 50 años, pudiendo ocurrir en cualquier edad si existen antecedentes de este tipo de cuadros en la familia. Si un paciente ha tenido un cálculo renal, es posible que vuelva a presentarse otro en cualquier momento, ya que se trata de una enfermedad crónica.
cálculos renales en verano
La urgencia del cólico renal es el dolor, el cual se controla en la mayoría de los episodios con analgésicos colocados en forma intramuscular o endovenosa, situación supervisada siempre por un profesional. 

Una vez controlado el dolor, alrededor del 80% de los cálculos renales se eliminan solos, finalizando el cuadro agudo. Si esto ocurre es importante que el mismo sea analizado para poder conocer su composición. En caso contrario, Sanatorio Allende cuenta con la tecnología necesaria para resolver aquellos casos más complejos, ya sea a través de sistemas de litotricia extracorpórea (ondas de choque que rompen cálculos en el riñón o el uréter), de cirugía mínimamente invasiva o por medio de láser, los cuales encuentran resolución en un 90% de las situaciones.

El sobrepeso, la hipertensión y la diabetes pueden favorecer la formación de cálculos. La mejor forma de prevenirlo a lo largo del tiempo es beber 3 litros de agua por día, además de lo consumido durante las comidas; mantener el peso; no comer con demasiada sal o no consumir alimentos con alto contenido de sodio, tales como conservas, productos panificados, gaseosas y fiambres; y realizar actividad física de forma periódica.

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