¿Qué es un infarto? 

El infarto agudo de miocardio, comúnmente llamado “ataque cardíaco”, ocurre cuando alguno de los vasos sanguíneos que irrigan al corazón se obstruye impidiendo la llegada de sangre oxigenada. Cuando este proceso se extiende por más de 20 minutos las fibras musculares comienzan a morir, produciéndose un debilitamiento de la capacidad contráctil del corazón y el riesgo de que ocurran arritmias que pueden ser fatales.

¿Por qué ocurren? 

La mayoría de los infartos ocurren en individuos que a lo largo de los años han desarrollado placas ateroscleróticas en las paredes de sus arterias coronarias. Estas placas son un cúmulo de material lipídico e inflamatorio que progresa lentamente como resultado de múltiples factores de riesgo que incluyen: el tabaquismo, hipertensión arterial, niveles elevados de colesterol, diabetes, sedentarismo y predisposición hereditaria. El infarto ocurre cuando en forma impredecible estas placas sufren fisuras o rupturas, exponiendo el material lipídico e inflamatorio a la circulación sanguínea. La sangre reacciona al contacto con este material, generando un coágulo que bloquea la circulación de sangre en la arteria coronaria involucrada.

¿Cuáles son los síntomas?  

El síntoma más común es el dolor opresivo en el centro del pecho. Muchas veces se irradia al hombro y brazo izquierdos y/o a la mandíbula. Otros síntomas comúnmente asociados son falta de aire, nauseas y sudoración. Es importante tener en cuenta que el dolor de pecho no está presente en todos los infartos, y algunos pacientes experimentan sólo falta de aire, sudoración, o sensación de desasosiego lo que dificulta su identificación. El tiempo transcurrido entre la iniciación de los síntomas y el tratamiento tiene un importante impacto en el pronóstico y puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Por lo tanto ante la sospecha de un ataque cardíaco es imprescindible llamar al servicio de emergencias o acudir al hospital más cercano lo antes posible.

¿Cuáles son las opciones terapéuticas? 

Si bien todo paciente con un infarto debe recibir agentes antiplaquetarios (como la aspirina) y agentes anticoagulantes y vasodilatadores coronarios, la principal meta es restaurar el flujo coronario en la arteria ocluída en el menor tiempo posible. Esto puede lograrse farmacológicamente, mediante la administración de trombolíticos que tienen la capacidad de disolver el coagulo, o mecánicamente, abriendo la obstrucción mediante una angioplastia y la colocación de un stent (angioplastia primaria).

La angioplastia primaria es un procedimiento invasivo que, mediante el uso de pequeños balones inflables montados sobre el extremo de un catéter, permite desobstruir la oclusión. A continuación, se coloca el stent, un pequeño tubo de malla metálica que mantiene la coronaria abierta. Existe extensa evidencia de que la angioplastia primaria resulta más efectiva que los trombolíticos, ya que logra restaurar el flujo en un 95% de los casos comparado con un 60%.

infarto

¿Cómo podemos prevenir un segundo infarto?

Debido a que los infartos se producen como concecuencia del crecimiento y la ruptura de placas de aterosclerosis, las estrategias de prevención se basan en impedir la formación de nuevas placas y prevenir que las ya existentes puedan romperse. Esto se logra abordando la enfermedad en forma multifactorial:

  • La rehabilitación física y el ejercicio reducen la mortalidad y la tasa de reinfarto en un 30%.
  • Se recomienda realizar actividad aeróbica (caminar, nadar, andar en bicicleta, etc.) por lo menos 30 minutos por día, 6 veces a la semana.
  • Es primordial que los tabaquistas dejen de fumar, ya que la recurrencia de infarto es 50% menor comparado con aquellos pacientes que continúan fumando.
  • Controlar los factores de riesgo que promovieron la formación de placas.
  • Debe normalizarse: la presión arterial en pacientes hipertensos, las glucemias en pacientes diabéticos y los niveles de colesterol en pacientes con dislipemias.
  • Todo paciente que haya sufrido un infarto debe ser medicado de por vida con aspirina, la cual actúa como antiplaquetario y beta bloqueante. Este tipo de fármacos enlentecen la frecuencia cardíaca, disminuyen la presión arterial, previenen el debilitamiento del corazón ocasionado por el infarto y reducen los niveles de colesterol.

Los pacientes capaces de seguir estas medidas higiénico dietéticas y de seguir consistentemente los tratamientos farmacológicos señalados previamente, han mostrado un excelente pronóstico disminuyendo el riesgo de padecer nuevos infartos.

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