Es de una las alteraciones más comunes de las enfermedades neurológicas. Conocer los síntomas y signos predisponentes y qué hacer ante una crisis epiléptica permite ayudar al paciente a transitarla sin riesgos.

Se considera que la prevalencia de esta patología afecta a una persona cada cien habitantes. Las crisis tienden a aparecer en la infancia o en la adolescencia tardía, pero la incidencia aumenta después de los 65 años.

Estas afecciones neurológicas son crónicas, de causa diversa y caracterizadas por crisis recurrentes debido a una descarga excesiva de las neuronas cerebrales, asociadas a diversas manifestaciones clínicas. Es por ello que se habla de epilepsias en plural, ya que no se trata de una sola enfermedad, sino de un conjunto con manifestaciones comunes.

La epilepsia puede adoptar diferentes formas, y es posible dividirlas en dos categorías:

  • Idiopática (origen desconocido). No hay una causa clara de su origen, aunque se presume que predominan los factores genéticos.
  • Sintomática (se conoce el origen). Aparece como resultado de alguna anormalidad estructural en el cerebro, tanto desde el nacimiento como en momentos posteriores.
  • Las crisis epilépticas son la expresión clínica (síntomas y signos) de un funcionamiento anormal transitorio de las neuronas de la corteza cerebral, que descargan en forma excesiva y/o hipersincrónica.

Existen diferentes tipos de crisis epilépticas de acuerdo al área donde se generan estas descargas, pero básicamente consisten en alteraciones en los movimientos, sensaciones o pensamientos.

Estas crisis son de aparición súbita e inesperada, es decir, ocurren en forma espontánea y tienden a ser estereotipadas (parecidas una de otra). Por lo general, se trata de episodios breves que duran segundos o, como mucho, algunos minutos.

En los niños, la aparición de la crisis epiléptica puede estar predispuestas a diferentes manifestaciones como:

  • fotosensibilidad.
  • fiebre.
  • privación del sueño.
  • hiperventilación.
  • estrés y factores emocionales.
  • interrupción de medicación antiepiléptica y abuso o supresión brusca de ciertas drogas.

El diagnóstico de epilepsia como condición crónica recurrente, requiere de la aparición de dos o más crisis no provocadas.

 

crisis de epilepsia

Asimismo, es importante la consulta con un médico especialista, que luego de la realización de algunas consultas y estudios, podrá indicar un diagnóstico certero e iniciar el tratamiento más adecuado para cada caso.

Diagnóstico de crisis epiléptica

Para realizar el diagnóstico, primero el médico entrevista al paciente que ha sufrido una crisis acerca de posibles factores de riesgo. Luego, se indaga sobre cómo ocurrió la crisis y qué cambios en la conducta reconoce el paciente haber tenido al inicio de la crisis; o bien, qué comportamientos observaron los testigos que presenciaron el episodio.

La segunda parte del diagnóstico consiste en la realización de diferentes estudios como electroencefalograma (EEG) y resonancia magnética (según cada caso) para descartar cualquier lesión intracerebral. Asimismo, se puede complementar con otros exámenes como el video electroencefalograma, el Spect Cerebral, el PET y la evaluación cognitiva y psiquiátrica.

¿Qué hacer si una persona está sufriendo una crisis epiléptica?

  • Mantener la calma.
  • Si la persona con epilepsia siente que la crisis es inminente, es posible que pueda ayudarlo a que no caiga al suelo.
  • No tratar de contener a la persona o los movimientos que realiza.
  • De ser posible tomar el tiempo de la convulsión.
  • Desalojar el área de objetos duros o peligrosos para evitar que la persona se golpee o se lastime.
  • Si la persona que sufre la crisis usa anteojos, quitárselos.
  • Aflojar la ropa que lleva alrededor del cuello y la cabeza.
  • Colocar a la persona de costado para facilitar la respiración y mantener las vías aéreas libres y que la saliva caiga de su boca.
  • Poner algo plano y suave bajo su cabeza.
  • No tratar de forzarle para abrir la boca, ni colocar ningún objeto duro, ya que podría ahogarse o hacerse daño.
  • No intentar dar respiración artificial, excepto que la persona dejara de respirar al término de la crisis.
  • Permanecer con la persona hasta que la crisis haya terminado naturalmente, asegurándose que vuelva a la conciencia.
  • Cuando la persona recupere la conciencia y la crisis haya terminado, ayúdele a encontrar un lugar para descansar y recuperar su orientación.

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