El verano es la época habitual para la exposición a picaduras de avispas, abejas y hormigas, aunque no estamos exentos de sufrirlas en otras estaciones. entre otros animales con los que debemos convivir durante esta época. Las reacciones alérgicas causadas por sus picaduras continúan siendo un serio problema médico ya que, si bien generalmente no ocasionan grandes inconvenientes, en algunas situaciones podrían producirlos dada su potencial gravedad.

En los últimos años en Argentina, estas picaduras han sido responsables de aproximadamente cuatro muertes cada año, cantidad semejante a las ocasionadas por serpientes, arañas y escorpiones en conjunto.

Cuando nos pica un insecto se produce una lesión ocasionada por el veneno inyectado a través de su aguijón, pese a que en lugar de morder puede picar extrayendo algunas gotas de sangre. Las reacciones normales ante este tipo de picaduras son inflamación local con enrojecimiento, hinchazón, dolor y, frecuentemente, picazón, las cuales se resuelven en pocas horas. En el caso de las hormigas coloradas, aparece posteriormente una ampolla que se transforma luego en costra, la cual se cura pocos días. Es improbable que las reacciones locales representen una amenaza para la vida, salvo que la picadura ocurra en la boca.

Sin embargo, el sistema inmunológico de algunas personas reacciona de manera hiperreactiva al veneno inoculado por un determinado insecto. Si un sujeto es alérgico a alguno de ellos, luego de ser picado, se generan anticuerpos llamados Inmunoglobulina E (IgE) que interactúan con el veneno desencadenando la liberación de sustancias que causan reacciones alérgicas, algunas de las cuales pueden ser severas.

 

Alergia a insectos

Las personas sensibilizadas con IgE específica frente al veneno pueden presentar reacciones a distancia del punto de la picadura, llamadas reacciones sistémicas. Por ejemplo, no es normal que una picadura en el brazo genere una inflamación en los ojos.

Estas reacciones sistémicas pueden ser graves, e incluso mortales, y aparecen tras un corto período de tiempo, generalmente antes de los 20 ó 30 minutos desde la picadura.

En la mayoría de los casos inician con la aparición de ronchas o placas rojas y elevadas de tamaño variable, que pican y se distribuyen por cualquier parte del cuerpo; inflamación de la boca, ojos o cualquier zona a distancia de la picadura; estornudos; picazón y mucosidad nasal; lagrimeo de ojos; tos y ruidos silbantes en el pecho; dificultad para respirar; mareos y pérdida de conocimiento, dando lugar a un shock anafiláctico, emergencia médica que puede causar la muerte.

Si nunca se produjo la picadura de abejas o avispas no se desarrolla alergia. La alergia a insectos no se hereda, sino que se adquiere con el paso del tiempo. Para que se desarrolle es necesario haber sido picado previamente; la alergia no aparece en la primera picadura, sino que se necesita más de una. 

El diagnóstico de alergia a insectos se basa en dos pilares fundamentales: la historia clínica, en la que se tienen en cuenta los síntomas que evoquen alergia, la identificación del insecto y la estación del año en la que se produjo el ataque; y pruebas cutáneas y/o de laboratorio para demostrar la presencia de anticuerpos contra el veneno de insectos.

¿Cómo tratar una picadura?

En el caso de las abejas, se debe extraer el aguijón cuidadosamente sin apretar para evitar la penetración del veneno que aún queda en la bolsa. Por su parte, las hormigas coloradas se aferran firmemente a la piel con sus mandíbulas, arquean su dorso insertando el aguijón, e inyectan veneno girando sobre su eje. Pueden atacar con poca advertencia y, en promedio, pican de 7 a 8 veces en un patrón circular.

Posteriormente a las picaduras de abejas, hormigas coloradas y avispas es necesario desinfectar la zona y aplicar frío para retrasar la absorción del veneno.

Si los síntomas no presentan severidad y sólo se limitan a la piel se indicarán antihistamínicos orales (fármacos más comúnmente utilizados para tratar enfermedades alérgicas) o un breve ciclo de corticoides orales en casos más intensos. En el caso de anafilaxia, el tratamiento imperioso es la adrenalina y, a continuación, antihistamínicos y corticoides como se recomendaría en una reacción no severa. Es importante recordar que la adrenalina es sólo un medicamento de rescate y que es necesario asistir a la guardia médica con urgencia.

En pacientes en los que se haya demostrado la presencia de anticuerpos frente al veneno, el tratamiento indicado y que logra excelentes resultados es la inmunoterapia específica con veneno, cuya eficacia es de aproximadamente el 95%. Durante la inmunoterapia, el especialista administra dosis en concentraciones de extracto de veneno en intervalos de varias semanas a lo largo de un período de tres a cinco años. Esto ayuda a que el sistema inmunológico se vuelva cada vez más resistente a futuras picaduras de insectos.

Todo paciente que sufre una reacción generalizada tras una picadura de insecto debe ser referido al especialista en alergia para su valoración. En Sanatorio Allende disponemos de cartillas de instrucción para el autotratamiento del paciente, las cuales resultan indispensables para la disposición permanente y accesible de un botiquín.

Si sos alérgico a alguno de estos insectos o creés que puede existir la posibilidad de serlo por ciertas manifestaciones frente a sus picaduras, es importante consultar a un servicio especializado para confirmar el diagnóstico y comenzar el tratamiento más adecuado.

 

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