Existen ciertas afecciones que cobran mayor protagonismo en verano, pese a estar presentes en cualquier momento del año. Una de ellas es la cistitis, una inflamación de la vejiga.
Puede manifestarse con mayor énfasis en esta época debido a la humedad excesiva o a los baños en piscinas, los cuales alteran la flora y sus mecanismos de defensa. Del mismo modo, la escasa hidratación en días de calor provoca una disminución del volumen de orina, permitiendo que los gérmenes se instalen con mayor facilidad en la vejiga.
cistitis
Generalmente, la inflamación se debe a la invasión de microorganismos en el tracto urinario. En este caso, es posible hablar de infección urinaria o cistitis, aunque esta última incluye numerosas entidades no infecciosas.
La vía urinaria nace en los riñones, continua con la vejiga y finaliza en la uretra. Una infección del tracto urinario (ITU) puede aparecer en cualquiera de estas localizaciones y generar un problema específico: pielonefritis en el caso del riñón, cistitis en la vejiga, uretritis si se produce en la uretra y prostatitis en los hombres, viéndose afectada la próstata, íntimamente relacionada con la uretra.

¿Cómo se produce la infección?

En las mujeres las bacterias colonizan la entrada de la vagina y acceden a la uretra, desde donde ascienden hasta la vejiga. En circunstancias normales, dichas bacterias son eliminadas por el flujo vaginal y las propiedades antibacterianas de la orina. Si esto no sucede, las bacterias se adhieren al epitelio de la vejiga, reproduciéndose y generando la inflamación. En los hombres los mecanismos son similares, aunque suelen originarse por dificultad en el vaciado vesical, consecuencia de la próstata agrandada de tamaño (hiperplasia prostática benigna).
Con menor frecuencia, los gérmenes se trasladan a través del torrente sanguíneo y producen la infección. Es el caso, por ejemplo, de quienes presentan una infección en el riñón luego de producida una de forma previa en las amígdalas.

¿Cuáles son las causas de cistitis?

En el caso de las mujeres, las razones anatómicas y hormonales son las más usuales. Esto ocurre, en parte, porque su uretra es más corta y se encuentra más cerca del ano que en los hombres. Además, tienen mayor probabilidad de contraer una infección luego de un embarazo, de mantener relaciones sexuales, o durante la menopausia. Otros factores que aumentan el riesgo de presentar una ITU son:
  • Diabetes
  • Edad avanzada y enfermedades que afectan los hábitos de cuidados personales
  • Dificultad en el vaciado vesical
  • Cálculos renales y vesicales
  • Retención prolongada de orina
  • Cirugía u otro procedimiento en las vías urinarias
  • Antecedentes familiares de ITU

 

 ¿Cómo saber si existe la infección?

Si se presenta dolor o ardor al orinar; necesidad de orinar con frecuencia, incluso poco después de haber vaciado la vejiga; orina oscura, turbia o con sangre; y puntadas en el abdomen inferior al terminar de orinar, es posible que exista una infección urinaria. Si la misma avanza hacia los riñones, los síntomas pueden incluir fatiga y malestar general, náuseas, fiebre elevada (más de 38º C) y dolor en la espalda del lado afectado.
Para confirmar la sospecha de infección urinaria lo primero que se realiza es un análisis de orina general, en el cual se buscará detectar la presencia de glóbulos blancos, glóbulos rojos, bacterias y ciertas sustancias químicas.
Si bien la sospecha es clínica, el diagnóstico definitivo se obtendrá mediante un urocultivo, es decir, una muestra de orina recolectada en un frasco estéril que determinará la presencia de gérmenes y el antibiótico necesario para su curación.
cistitis
En algunos casos y con la intención de descartar la presencia de cálculos o trastornos de la vía urinaria, resulta necesario realizar una ecografía del aparato urinario e, incluso, una tomografía computarizada del abdomen.

¿Cómo puede tratarse?

Los tratamientos son variados y dependerán de la localización y gravedad del cuadro. Las infecciones de vejiga suelen tratarse con antibióticos, en el caso de bacterias, o con antivirales si fue originada por virus. A esto se suma la recomendación de consumir abundante agua y evitar momentos prolongados de retención de orina.
Es importante respetar los días de tratamiento indicados por el médico, independientemente que los síntomas hayan desaparecido, ya que la infección podría retornar y ser más difícil de tratar posteriormente.
La mayoría de los síntomas desaparecen entre las 24 y 48 horas luego del inicio del tratamiento. Cuando existe una infección renal o de próstata, podría extenderse este período a una semana o más.
En los casos de infecciones urinarias resulta fundamental evitar la automedicación. A nivel mundial se está concientizando a la población sobre ello debido a las altas tasas de resistencia bacteriana presentes en los gérmenes, lo cual podría disminuir en un futuro cercano las herramientas para tratar todo tipo de infecciones, elevando el riesgo de eventos fatales.
Servicio de Urología - Sanatorio Allende

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