El colesterol es un punto de interés que a su vez genera gran confusión en los pacientes en cuanto a sus valores. Se trata de una sustancia biológica sumamente necesaria para el organismo, ya que la membrana que limita nuestras células se constituye de colesterol, además de ser un elemento indispensable para producir hormonas sexuales y sales biliares. Sin embargo, lo que se conoce como “colesterol bueno” o HDL, cuya función es capturar el colesterol desde las arterias y trasladarlo al hígado para ser eliminado, no es todo. Existe un tipo de “colesterol malo” o LDL que es el que habitualmente se deposita y daña las arterias.

En el ámbito de la medicina hay un acuerdo general sobre la multiplicidad de factores que se potencian entre sí para dañar las paredes de las arterias, razón por la que se los denomina factores de riesgo. Entre los principales se ubican la diabetes, la hipertensión arterial, el tabaquismo, el exceso de peso u obesidad, el sedentarismo y el exceso de colesterol (hiperlipemia) y/o de triglicéridos en sangre. El progresivo estrechamiento, endurecimiento y eventual oclusión de las arterias, lo cual puede conducir a un infarto, es lo que se denomina ateroesclerosis. Esta enfermedad, a menudo asintomática en su inicio, es una de las causas más frecuentes de incapacidad y de muerte prematura en países desarrollados y con un índice de casos cada vez mayor en el mundo subdesarrollado.

Si bien los niveles elevados de colesterol en sangre pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, reviste gran importancia considerar que los valores de “normalidad” en cada tipo de colesterol son diferentes de acuerdo a cada persona y al riesgo global que presente: no es lo mismo si el paciente es fumador o no, si realiza ejercicios o no, si es hipertenso o si es diabético.

Por esta razón, los valores de referencia del laboratorio no necesariamente reflejan los parámetros convencionales de cada persona ni deben ser considerados sin la evaluación del médico, quien establecerá los riesgos en cada caso. De hecho, muchos de los pacientes que sufren ateroesclerosis presentan valores de colesterol malo relativamente bajos. 

Otro punto de discusión en cuanto al colesterol es cuáles son los factores determinantes que establecen su aumento o disminución en sangre. Una creencia generalizada es que el colesterol se eleva, principalmente, por el consumo de determinados alimentos ricos en grasas saturadas, lo cual no es completamente así.

Entre el 70 y 80 por ciento del colesterol que circula en nuestro cuerpo proviene de la “producción” realizada por parte de nuestras células, lo cual está guiado o regulado por lo que dictan nuestros genes, es decir, lo heredado; y entre el 20 y 30 por ciento restante surge de la ingesta de alimentos.

En relación a esta última consideración, la mayor diferencia entre los alimentos que consumimos es cualitativa: no es lo mismo las grasas de origen animal o saturadas que las de origen vegetal o poliinsaturadas, siendo estas últimas las más adecuadas para nuestro organismo. Si bien la alimentación juega un papel importante, los pacientes que requieren cifras más bajas de colesterol para prevenir o tratar patologías suelen necesitar terapia con fármacos, los cuales se suman a las medidas preventivas de cambio de hábitos en cuanto a su dieta y a su rutina de ejercicios.

Así como los factores de riesgo pueden producir enfermedades cardiovasculares, su individualización, reconocimiento y posterior tratamiento oportuno puede prevenirlas. Es necesario analizar siempre todas las variables intervinientes que pueden ocasionar colesterol elevado o una enfermedad ateroesclerótica.

Sanatorio Allende cuenta con un Programa de Prevención de Enfermedades Cardiovasculares a través del cual se efectúa un análisis del riesgo cardiovascular del paciente mediante su examen clínico y la realización de estudios de laboratorio. Estos últimos le permiten al profesional médico valorar los niveles de colesterol, descartar otros factores de riesgo y solicitar un Score de calcio y eco doppler arterial carotideo y de miembros inferiores para conocer la existencia de aterosclerosis subclínica.

#ConsejoDeSalud: los exámenes para controlar el colesterol deben comenzar en los hombres a partir de los 40 años y en mujeres luego de la menopausia, excepto aquellos pacientes (incluso pediátricos) con antecedentes familiares de infarto.


Información Útil


Notas Relacionadas

Siempre con voz: ¿Por qué una voz sana es fundamental para una comunicación eficiente?

abril 16, 2024

Parkinson: ¿cómo mejorar su manejo a lo largo del tiempo?

abril 16, 2024

Creando relaciones positivas desde la niñez: ¿qué es la crianza respetuosa?

abril 11, 2024