La resistencia a los antibióticos se produce cuando bacterias, virus, hongos y parásitos mutan ante la exposición, se modifican genéticamente y dejan de responder a estos. Esto dificulta el tratamiento de infecciones y aumenta el riesgo de propagación de enfermedades.
Además, los antimicrobianos, se utilizan en animales y cultivos, en estos escenarios también se producen bacterias resistentes que pueden transmitirse a las personas a través de los alimentos, medio ambiente y el contacto interpersonal a través de las manos. Frente a esto, la Organización Mundial de la Salud, propone enfocarse en “Una sola salud”, es decir que es importante cuidar la salud animal, humana y medioambiental.
Concientizar sobre su uso correcto es fundamental, a los fines de evitar que pierdan su eficacia.
No cumplir con el tratamiento completo, puede contribuir a la resistencia y a la mutación y multiplicación de las bacterias. Se trata de un problema global y creciente ya que pone en riesgo el tratamiento eficaz de infecciones.
Infecciones que SÍ tratan y que NO tratan los antibióticos. Foto: Sanatorio Allende
Una de las principales causas de esta resistencia es su uso incorrecto o excesivo, ya que esto provoca que, con el paso de los años, pierdan su eficacia. Para esto, la Organización Panamericana de la Salud recomienda:
La OMS busca concientizar también a los trabajadores de salud para combatir la resistencia de los microbianos. Foto: Depositphotos.
Los desafíos que plantea la resistencia a los antimicrobianos son complejos y multifacéticos, pero no son insuperables. La respuesta del principio de «Una sola salud» a la resistencia a los antimicrobianos ayudará a salvar millones de vidas, preservar los antimicrobianos durante generaciones y salvaguardar el futuro contra los patógenos farmacorresistentes.
Doctor Fernando Riera - Servicio de Infectología - Sanatorio Allende.
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