Ante la llegada de un bebé, muchas mujeres desarrollan síntomas asociados con depresión, eclipsando al nuevo miembro familiar. Al respecto, especialistas del Servicio de Salud Mental del Sanatorio Allende explican cómo es el tratamiento de este trastorno y el motivo detrás de la falta de consulta médica al respecto.

La depresión es un trastorno del estado del ánimo, en el cual los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren la vida cotidiana durante un periodo considerable de tiempo. Este desorden anímico es considerado una enfermedad frecuente en todo el mundo, afectando a más de 300 millones de personas. 

Ahora bien, ante la llegada de un bebé o luego de nacido, muchas mujeres desarrollan síntomas asociados con depresión, lo que opaca la celebración que implica dar la bienvenida al nuevo miembro a la familia. A esto se le llama depresión perinatal o depresión postparto (DPP)

La depresión posparto es uno de los mayores tabúes de la maternidad, transformándose en una de las enfermedades más subdiagnosticadas. 

Al principio, puede ser difícil distinguir los síntomas depresivos de las quejas comunes del embarazo o del puerperio como cansancio, dolores, falta de energía, dificultades para dormir, entre otras. Es por ello que se vuelve necesario que el médico esté familiarizado con su fenomenología y aprenda a identificar madres en riesgo y más proclives a desarrollar esta patología, por la importancia de la intervención temprana.

“No se debe confundir con la tristeza común y/o la montaña rusa emocional que el 80 % de las madres sufren, principalmente las primerizas, que no es grave y cede en unas semana” explican las Licenciadas Ana Ruth Keegan y Rosana Weinzetel, especialistas del Servicio de Salud Mental del Sanatorio Allende y añaden: “La depresión posparto puede ser intensa o moderada y suele aparecer en los primeros tres meses y perdura hasta un año después”.

Diagnóstico y tratamiento de la depresión posparto

El primer paso es la detección e identificación de los síntomas. Tanto el médico familiar, el especialista en ginecología y obstetricia del niño, están en condiciones de hacerlo, realizando preguntas pertinentes u observando “signos de alarma”.

[caption id="attachment_138921" align="alignnone" width="1300"]Las madres no consultan por vergüenza o culpa de “ser una mala madre” Las madres no consultan por vergüenza o culpa de “ser una mala madre”[/caption]

Pese a la dificultad que puede significar la aparición de estos signos, las manifestaciones clínicas más comunes son:

  • Tristeza la mayor parte del tiempo
  • Pensamientos pesimistas sobre el futuro
  • Autorreproche
  • Miedo paralizante
  • Sentimientos de inutilidad
  • Cansancio permanente
  • Llanto fácil
  • Desesperanza
  • Irritabilidad hacia el marido, el niño y otros familiares
  • Exceso o escaso apetito
  • Trastorno del sueño

“Una de las barreras más grandes  a la hora de reconocer la depresión post parto es cultural. Es decir, existe la creencia generalizada de que el nacimiento de un bebé es una etapa llena de felicidad y que no debería haber lugar para la tristeza” explica la Lic. Rosana Weinzetel, especialista en Terapia Familiar sistemática del Servicio de Salud Mental del Sanatorio Allende. “A raíz de esto muchas mujeres no dicen que se sienten mal e incluso niegan sentimientos de tristeza, culpa, enojo o ansiedad ante la pregunta de familiares o médicos” añade la Lic. Ruth Keegan, miembro del equipo de Salud Mental de la misma institución

Cuando la depresión es grave la madre puede experimentar sentimientos de que no vale la pena vivir y por lo tanto ayudaría al niño, si lo abandonara o si ella muriera.

Esto definitivamente interfiere en el vínculo madre-hijo. Desaparecen los sentimientos maternales o de ternura habituales para con el bebe y puede llevar a la aparición de pensamientos o acciones hostiles hacia sí misma o al recién nacido. 

Las madres no consultan por vergüenza o culpa de “ser una mala madre”. Es importante considerar que, aunque se identifique a una mujer como deprimida, muchas veces las pacientes se rehúsan a consultar con un psicólogo o psiquiatra.

Ya sea por considerar que lo logrará sola, que ya va a pasar, que es solo cansancio, por vergüenza de reconocer que no están felices con su bebé o incluso por miedo a las críticas o temor a que les “saquen” el niño, la depresión posparto tiene un infradiagnóstico de entre el 50 y 75 por ciento debido al miedo que existe a solicitar ayuda.

Hoy el Servicio de Salud Mental del Sanatorio Allende cuenta con varias opciones de tratamiento, incluida la medicación. “Cada caso en particular debe ser evaluado y de acuerdo a la gravedad se utilizará el/los tratamientos más adecuado” explica la Dra. Rosana Weinzetel.

Algunas de las opciones para tratar la depresión posparto son ellos:

  • Ser amables consigo misma
  • Normalizar la situación
  • Pedir ayuda a familiares y a profesionales
  • Psicoterapia
  • Hablar con personas que atravesaron la misma situación
  • Uso de medicación antidepresiva

Desde el Servicio de Salud Mental del Sanatorio Allende insisten en la importancia del diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado. “El embarazo, parto y puerperio representan una crisis vital y evolutiva que afecta al binomio mamá-bebe y a la familia en su conjunto” comenta la Dra. Rosana Weinzetel y concluye: “Durante el período perinatal, los valores de depresión son elevados, por lo que un diagnóstico a tiempo y certero puede evitar el sufrimiento que la depresión posparto provoca en la madre y mejorar el vínculo madre-hijo y la familia”.

Lic. Ruth Keegan - Lic. Rosana Weinzetel - Servicio de Salud Mental - Sanatorio Allende


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