Generalmente, en sus estadios iniciales es asintomático. Qué patologías constituyen factores de riesgo y cómo tratarlo.

El hígado graso no alcohólico es la patología hepática más frecuente la cual afecta hasta el 30% de la población mundial adulta, con cifras cada vez más crecientes en niños asociada a la obesidad y el sedentarismo.

Se considera que un paciente tiene hígado graso debido a la presencia de grasa en más del 5% de las células hepáticas.

Las causas que pueden producir el depósito de grasa en el hígado son múltiples. La más frecuente es la asociada a los trastornos metabólicos, por lo que recientemente cambió su nombre a MAFLD (siglas en inglés) que significa Enfermedad Hepática Grasa. Esto hace referencia a la presencia de grasa en ecografía, u otro método de diagnóstico por imagen, sumado a alguna de las siguientes características:

  • Diabetes tipo 2.
  • Sobrepeso u obesidad.
  • Alteraciones metabólicas (aumento de la circunferencia abdominal, alteración de los lípidos (colesterol/ Triglicéridos)
  • Alteración del metabolismo de la glucemia (insulinorresistencia)
  • Hipertensión arterial.

 

En la mayoría de los casos se presenta en personas con sobrepeso. En menor porcentaje también puede afectar a personas delgadas con algún tipo de alteración metabólica. Además, está asociada en menor medida con otras patologías como el hipotiroidismo, el síndrome de apnea del sueño y el ovario poliquístico.

¿Cómo se diagnostica?

La importancia de su detección y tratamiento radica en que puede evolucionar a enfermedad hepática avanzada y cirrosis (siendo en la actualidad la principal causa de trasplante hepático) como así también por su fuerte asociación con las enfermedades cardiovasculares y la predisposición a desarrollar diferentes cánceres (principalmente de hígado, colorrectal y de mama).

Generalmente, en sus estadios iniciales es asintomática, y el diagnóstico se confirma al solicitar una ecografía dentro del chequeo médico o ante la sospecha por la presencia de las alteraciones metabólicas mencionadas.

Es fundamental detectar otras posibles causas que pueden contribuir a la presencia de grasa en el hígado, como virus, medicación, depósito de cobre, etc.

En la actualidad no existen fármacos efectivos para el manejo de esta patología. Por esto, es fundamental corregir los diferentes trastornos metabólicos como diabetes o insulinorresistencia, la hipertensión o el aumento de colesterol y triglicéridos.

¿En qué consiste el tratamiento?

El tratamiento consiste en la modificación del estilo de vida teniendo en cuenta lo siguiente:

  • Cambios en la alimentación (dieta baja en carbohidratos y grasas, evitando el consumo de alcohol y ultra procesados).
  • Aumento de la actividad física (de 2 a 3 horas semanales de intensidad moderada y 75 minutos de ejercicio intenso).
  • Tanto el ejercicio aeróbico como el de resistencia son beneficiosos para la grasa hepática. El principal desafío es lograr el descenso de peso y mantenerlo.

Si se logra un descenso del 5% del peso corporal disminuye la grasa y la inflamación y si es mayor al 10% de peso se mejoran todos los parámetros desde el punto de vista hepático incluida la fibrosis.

Al tratarse de una enfermedad que engloba muchas otras patologías es fundamental el abordaje multidisciplinario con médicos clínicos, diabetólogos, nutricionistas, cardiólogos, obesólogos, neumonólogos y hepatólogos entre otros.

 

Doctora Alina Zerega  - Servicio de Gastroenterología, Hepatología y Videoendoscopia– Sanatorio Allende. 


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