Buscar las llaves en el lugar que pensaste que las habías dejado, no recordar un número de teléfono o distraerte con facilidad en cosas irrelevantes son inquietudes recurrentes en los adultos. Pero ¿qué nos puede estar pasando? ¿Es necesario solicitar ayuda a un profesional?

A partir de los 40 años el cerebro se modifica. Una de las consultas más usuales a especialistas en neurología o neuropsicología luego de esta edad gira alrededor de los cambios que se producen en la memoria y en la atención.

En la mayoría de los casos, el motivo de la solicitud profesional incluye dificultades para atender y recordar, como así también signos de preocupación y de ansiedad. Numerosos estudios han investigado las variaciones a nivel cerebral durante la adultez, coincidiendo en que:

Se requiere más tiempo para procesar información, lleva más tiempo recordarla y resulta más difícil mantener la atención en más de un asunto a la vez.

La memoria es un proceso mental que nos permite retener, reproducir y recuperar información. Sin embargo, para que este proceso se desarrolle de forma “correcta” resulta necesario que otras funciones cognitivas se ejecuten adecuadamente. La percepción y la atención son dos funciones estrechamente relacionadas con la memoria.

Los olvidos pueden ser causados, entre otras cosas, por cansancio, distracción, o estrés. La preocupación debe surgir cuando no recordamos eventos completos. Por ejemplo: no debe resultar alarmante el no recordar con precisión el precio de una compra realizada, pero sí el otorgar importancia si nos olvidamos de haber efectuado dicha compra.

Cuando los olvidos se transforman en algo cotidiano es necesario recurrir al médico para lograr un diagnóstico temprano.

¿Qué es la atención y qué puede afectarla?

La atención es una de las tantas funciones complejas de nuestro cerebro, encargada de filtrar, seleccionar y orientarnos entre toda la información que recibimos a diario. Nuestra capacidad de atender puede verse afectada por distintos factores. Algunas de las alteraciones en la atención pueden estar vinculadas con el interés o la estimulación que genere lo que se está realizando o experimentando. Los antecedentes médicos, los medicamentos y los factores emocionales, tales como la sintomatología del estrés, la ansiedad y la depresión deben ser consideradas al momento de evaluar la concentración por un profesional.

La dificultad para concentrarse, el olvido de eventos o tareas relevantes, inconvenientes para realizar varias actividades a la vez, impaciencia o impulsividad, son algunos de los síntomas que pueden presentarse cuando nuestra atención se ve afectada.

Es de gran importancia promover en las personas el compromiso para mantener el bienestar físico, así como un funcionamiento óptimo del cerebro. Es necesario encontrar la forma de crear nuevos hábitos que generen en nuestra rutina un estilo de vida preventivo.

Si bien la mayoría de las veces estos tipos de olvidos resultan insignificantes, es importante considerar que pueden ser un signo de alerta. El tipo de olvido y la regularidad con la que se produzca son dos variables a considerar al momento de la consulta a un especialista.

 

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