Las lesiones deportivas pueden producirse al generarse una presión excesiva en los huesos, tendones, músculos o articulaciones durante la práctica.

Algunas de estas alteraciones ocurren de forma ocasional y otras pueden ser causadas por diversos factores, tales como sobrepeso, exceso de esfuerzo, técnicas incorrectas, falta de estiramiento o simplemente porque el organismo no se encuentra preparado para esa actividad en particular.

En el caso de que se produzca algún daño en ciertos tejidos o estructuras como consecuencia de prácticas deportivas, no siempre es necesario abandonar la actividad física, sino adaptarla al tipo de lesión y al tiempo transcurrido desde la misma.

Puesto Nº 1: lesiones deportivas musculares

Dentro del ranking de lesiones deportivas, son las que ocupan el primer lugar por la frecuencia con la que se presentan. Los músculos son los primeros involucrados al realizar ejercicio ya que se constituyen como motores del movimiento. Estas lesiones pueden ocurrir tanto en el entrenamiento como en la competencia y, de acuerdo al deporte que se practique, es la incidencia en determinadas zonas del cuerpo; isquiosurales en el fútbol y gemelos en el tenis, por ejemplo.

Generalmente, el músculo se rompe en la unión con el tendón, a través de la cual se conecta al hueso, provocando lo que se conoce como tendinopatía. Ésta provoca un dolor espontáneo en el momento que se genera la presión, disminuyendo a medida que el cuerpo aumenta su temperatura. En estos casos, el tratamiento consiste en permanecer en reposo “deportivo” durante 25 ó 30 días, aproximadamente. Sin embargo, esto no quiere decir que sea necesario quedarse quieto o inmovilizado durante este período.

lesiones deportivas

El movimiento controlado y la utilización de agentes físicos apropiados e indicados (crioterapia o termoterapia), el entrenamiento muscular a través del ejercicio excéntrico, los masajes y los estiramientos, favorecerán la cicatrización de las fibras rotas, previniendo una nueva lesión. 

Además de la tendinopatía, es posible mencionar otras dos lesiones musculares habituales: los calambres y los desgarros. Los primeros son contracciones involuntarias y dolorosas de un músculo o de varios de ellos que ocurren luego de realizar ejercicio o por la noche, durando desde segundos hasta minutos. Los músculos más propensos a los desgarros son los isquiotibiales, gemelos y cuádriceps por su forma y exposición en las actividades físicas. Por su parte, el desgarro o también llamado “tirón muscular”, ocurre cuando un músculo o tendón se estira de forma excesiva o se rompe.

El tipo de músculo, la función que cumple, la ubicación de la lesión y la magnitud de la misma son las variables a considerar para iniciar el tratamiento.

Puesto Nº 2: lesiones deportivas ligamentarias

Los ligamentos son fibras elásticas y fuertes que unen a los huesos entre sí. Cuando en este tejido se produce un estiramiento más allá del que está acostumbrado a realizar se distiende o lesiona, generando una reacción inflamatoria de la articulación como mecanismo de protección.

Los esguinces son frecuentes dentro de este grupo de lesiones, principalmente los de tobillo o rodilla. Provocan dolor e hinchazón en la zona afectada, tumefacción e inestabilidad articular y, si no son tratados a tiempo y correctamente, pueden ocasionar futuras lesiones, como rotura de meniscos o de otros ligamentos.

Ante estas lesiones, a comparación de las musculares, sí es aconsejable inmovilizar la articulación, pero no de forma permanente. Para ello se utilizan férulas no fijas que permitan realizar ejercicios de movilidad controlada. Se recomienda aplicar frío, vendaje compresivo, elevación del miembro afectado y baños de contraste para disminuir la inflamación y edema post lesión.

Hasta tanto el paciente sienta inestabilidad no es aconsejable retomar la práctica deportiva, ya que no existe ninguna prótesis ni vendaje que reemplace la función del ligamento. 

Por tal motivo, este tipo de lesiones implica trabajar primero sobre la inflamación de los tejidos, luego sobre la movilidad y, por último, en un plan de fortalecimiento y propiocepción, en el que se someterá a la articulación a fuerzas y alteraciones similares a las que se expondrá en la práctica deportiva. Recién a partir de este momento será posible retornar a la competencia.

Puesto Nº 3: fracturas

Son una de las lesiones más usuales en el deporte y se ocasionan por una fuerza sobre el hueso que vence la resistencia elástica del mismo. Dependiendo del hueso lesionado y de la actividad deportiva que se realice, esta alteración influirá o no en el tiempo de recuperación. Estas lesiones dependen del tratamiento médico inicial: no es lo mismo si se realiza una cirugía con material de osteosíntesis (fijación estable de los trazos de la fractura mediante diferentes dispositivos como tornillos, placas o clavos) a que sólo se reduzca la zona a inmovilización con yeso o férula.

lesiones deportivas

 

En estos casos, la movilidad prematura favorece la cicatrización de los tejidos, convirtiéndose en una buena aliada de la rehabilitación.

La inmovilización causa un gran perjuicio en la función general del miembro afectado, ya que puede generarle hipotrofia muscular (disminución de su volumen), debilidad y disfunción. Por tal motivo, es necesario aguardar que se consolide la fractura para comenzar a trabajar la movilidad y normalizar, a su vez, la musculatura.

El Servicio de Terapia Física y Rehabilitación de Sanatorio Allende ofrece la infraestructura y aparatología necesaria para cualquier tipo de lesión deportiva y del aparato osteoarticular, además de contar con profesionales especializado en lesiones de este tipo y en entrenamiento de Alto Rendimiento.

Siempre es beneficioso realizar actividad deportiva, pero es necesario adaptarla o modificarla a cada individuo y a cada físico en particular. El tipo de deporte, su duración e intensidad deben ser consideradas al momento de comenzar su práctica.

#ConsejoDeSalud: si el dolor es intenso y persistente, si tu movilidad se encuentra limitada, si la zona afectada se hincha y aumenta el dolor al moverte, solicitá un turno con tu médico. La consulta temprana impedirá que la lesión se vuelva crónica.

 

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