Los lunares son uno de los tipos más frecuentes de crecimiento en la piel. Generalmente aparecen durante la niñez y la adolescencia y se presentan como pequeños puntos de color marrón, causados por células pigmentadas.
Cuántas veces nos habremos hecho esta pregunta: ¿Será mala esta peca y/o lunar?; o solo se trata de algo que, probablemente, sea benigno y no requiera más control.
Existen, efectivamente, una serie de lesiones que por su aspecto demuestran su benignidad, pero, ¿Cómo sabemos que no son malas?
Con esta intención en el año 1985 se definieron 4 criterios: los llamados A B C D, letras que constituyen el acrónimo de:
A: Asimetría: Son “sospechosas”, todas aquellas lesiones asimétricas. Por lo que no deberíamos pensar que son malignas aquellas lesiones redondeadas u ovaladas, de morfología simétrica.
B: Bordes irregulares: Sospechar de las lesiones cuya línea de separación de la piel normal es irregular, incluso poco definida.
C: Colores múltiples dentro de la misma lesión. Sospecharemos de las lesiones que presentan varios colores dentro de sus límites, y más sospecharemos cuanto más oscuros sean esos colores.
D: Diámetro > 6 mm. Han de ser estudiadas todas las lesiones mayores de ese tamaño.
Ni que decir tiene que cualquier cambio en el aspecto o tamaño de una lesión concreta también ha de ser valorada por el médico dermatólogo.
Esto antes descripto no es una regla matemática, es solo una orientación a la población para que se alerte y tenga bajo su propio control sus lunares y/o manchas.
Se debe realizar un examen anual obligatorio con un especialista de piel (dermatólogo) Para que sea el profesional con mayor conocimiento el que determine las caracteristicas precisas de los lunares y sea él quien sugiera el seguimiento de los mismos.
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