La práctica de mindfulness y autoamabilidad ayuda a la salud mental. En tiempos de aislamiento social, desde Sanatorio Allende, te bridamos nuestros consejos para tu bienestar y el cuidado de nuestros pacientes.

Aunque parezca repetitivo, la pandemia de Covid-19, nos ha enfrentado a un gran desafío a nivel social. Cuando iniciamos el aislamiento social preventivo y obligatorio no teníamos certeza de cuánto tiempo iba a durar. No se llegaba a dimensionar y comprender realmente de qué se trataba toda esta situación externa que nos involucra. Ni tampoco se tenía noción de los pensamientos y emociones que podían llegar a aflorar, ya que si bien se tiene cierto conocimiento e información de lo que ocurrió y ocurre al día de hoy, no se llega a saber con exactitud lo que puede pasar en un “futuro”.

Esta primera experiencia que nos toca vivir como humanidad, no solo hace que las personas deban quedarse en sus casas, sino que, además, modificó sus hábitos con la incorporación de otros nuevos. Los días en cuarentena parecen ser los mismos, sin embargo, las emociones y los pensamientos van mutando con cada día transcurrido. Es así que, en varias ocasiones nos invade un proceso constante de aceleración y anticipación del futuro que, a su vez, no solo se convierte en pasado rápidamente, sino que además nos impide tener una consciencia plena del momento actual, único tiempo real en el que las cosas suceden.

Ante esto, se produce una sensación de ruptura y discrepancia entre lo pensado y lo vivido, situación que genera estrés, fatiga, ansiedad, depresión y una sensación de vacío o dificultad para disfrutar lo que hacemos en el momento.

El ser humano es un animal de costumbre, su cerebro pone en marcha mecanismos de adaptación para ello. Si bien a lo largo de los días la persona se acostumbra a la situación sanitaria actual, se trata de un proceso que no sólo lleva tiempo, sino que además depende de una actitud interna, y en donde la meditación y los ejercicios podrían ayudar a adaptarse a este nuevo contexto, permitiéndole alcanzar el bienestar mental. De eso se trata la práctica de mindfulness y autoamabilidad ya que requiere del entrenamiento del cerebro que, por lo general, suele estar en "piloto automático". A través de la práctica del mindfulness es posible entrenar la mente hacia una atención consciente hacia la experiencia tal cual es y con una cualidad amable hacia quien la experimenta, esto nos permite estar presente en las actividades que hacemos y las emociones que experimentamos.

Para llegar a comprender cómo se logra una adaptación saludable en todos los sentidos, es necesario saber distinguir sobre aquello que es real y aquello que la mente agrega para sobrevivir. Es decir, el cerebro tiende a agregar un escenario adverso ya que, desde el inicio de la humanidad, el cerebro tiene una predisposición natural hacia la negatividad, porque la especie humana desde sus comienzos tuvo que estar atento a aquellos riesgos y amenazas que atentaban contra su supervivencia. Es habitual que el cerebro experimente sensaciones, pensamientos y emociones propias de un estado alerta.

En orden de garantizar la supervivencia la naturaleza cometió tres errores: sobreestimar los riesgos, subestimar las oportunidades y minimizar los recursos positivos de los que disponemos.

La incertidumbre genera una ansiedad flotante en el cerebro, y éste necesita estar orientado a una decisión para disminuir el malestar y la angustia que genera el poder comprenderlo y resolver el problema para adaptarnos lo más rápidamente posible a la situación. Las prácticas de mindfulness ayudan a que la mente esté más orientada a la experiencia tal cual es, al presente, sin anticiparse al futuro ni rumiar en el pasado, sino más consciente del aquí y el ahora. También permite aceptar la sensación de malestar, darle ese espacio, paradójicamente, permite transitar de una manera más saludable, ya que de lo contrario seguirá persistiendo. Aquellas emociones y pensamientos que consideramos negativos, son la oportunidad de poder trabajarlos y permitir que transiten. Un permiso amable y comprensivo de sentir lo que estamos experimentando. En este espacio de contención y de tiempo es donde todas las emociones, ya sean buenas o malas, terminan pasando.

Cuando se está fuera de control, una de las estrategias es enfocarse en aquello en lo que se puede tener bajo control, como las pequeñas cosas de todos los días. Más que una sensación de control, que a veces llega a ser hasta ingenua, necesitamos generar una sensación interna de seguridad, optimismo, de satisfacción y emoción positiva. Y el Covid-19 nos enfrenta a una situación de incertidumbre

Sin embargo, las prácticas de mindfulness y autoamabilidad nos ayudan a elegir cómo podemos transitar el contexto, que no se puede negar porque lo estamos viviendo, pero si poder desplegar y potenciar los valores, como el coraje, paciencia, cuidado y la amabilidad. Y, dado el momento actual, otro de los valores que se construye es la solidaridad. Esto se debe a que el ser humano es un ser social, y la manera en la que se cuida no solo impacta en el cuidado personal sino en la acción de cuidar al otro. La cooperación es un factor clave que ayuda a las especies a sobrevivir, una necesidad básica, humana y universal.

Con sólo unos minutos diarios es posible modificar las estructuras del cerebro. El mindfulness ayuda a escuchar nuestra voz interna, y a transformar esa sensación de víctima en un estado de plenitud y confianza en uno mismo para lograr alcanzar el equilibrio buscado.

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