Es de una las alteraciones más comunes de las enfermedades neurológicas. Conocer los síntomas y signos predisponentes y qué hacer ante una crisis epiléptica permite ayudar al paciente a transitarla sin riesgos.
Se considera que la prevalencia de esta patología afecta a una persona cada cien habitantes. Las crisis tienden a aparecer en la infancia o en la adolescencia tardía, pero la incidencia aumenta después de los 65 años.
Estas afecciones neurológicas son crónicas, de causa diversa y caracterizadas por crisis recurrentes debido a una descarga excesiva de las neuronas cerebrales, asociadas a diversas manifestaciones clínicas. Es por ello que se habla de epilepsias en plural, ya que no se trata de una sola enfermedad, sino de un conjunto con manifestaciones comunes.
Existen diferentes tipos de crisis epilépticas de acuerdo al área donde se generan estas descargas, pero básicamente consisten en alteraciones en los movimientos, sensaciones o pensamientos.
Estas crisis son de aparición súbita e inesperada, es decir, ocurren en forma espontánea y tienden a ser estereotipadas (parecidas una de otra). Por lo general, se trata de episodios breves que duran segundos o, como mucho, algunos minutos.
El diagnóstico de epilepsia como condición crónica recurrente, requiere de la aparición de dos o más crisis no provocadas.
Asimismo, es importante la consulta con un médico especialista, que luego de la realización de algunas consultas y estudios, podrá indicar un diagnóstico certero e iniciar el tratamiento más adecuado para cada caso.
Para realizar el diagnóstico, primero el médico entrevista al paciente que ha sufrido una crisis acerca de posibles factores de riesgo. Luego, se indaga sobre cómo ocurrió la crisis y qué cambios en la conducta reconoce el paciente haber tenido al inicio de la crisis; o bien, qué comportamientos observaron los testigos que presenciaron el episodio.
La segunda parte del diagnóstico consiste en la realización de diferentes estudios como electroencefalograma (EEG) y resonancia magnética (según cada caso) para descartar cualquier lesión intracerebral. Asimismo, se puede complementar con otros exámenes como el video electroencefalograma, el Spect Cerebral, el PET y la evaluación cognitiva y psiquiátrica.
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