La rehabilitación luego de un ACV resulta fundamental para prevenir complicaciones y no retroceder en lo conseguido hasta el momento.

Reconocer un ACV, actuar de forma rápida ante los primeros síntomas y trasladar al paciente a un centro de salud cercano es fundamental para prevenir posibles dificultades.

En el caso de un ACV isquémico (ocurre cuando el tejido cerebral se infarta por no recibir un aporte de sangre suficiente) existen opciones de tratamiento que deben administrarse en forma temprana para restaurar la circulación cerebral y revertir parcial o totalmente el déficit neurológico.

Estas opciones son la trombolisis sistémica (administrar un fármaco en forma endovenosa) o la trombectomía mecánica (intentar remover el coágulo que obstruye la arteria cerebral mediante un cateterismo). Asimismo, cuando lo que ocurre es un ACV hemorrágico (los casos en los que se produce la ruptura de un vaso que genera un sangrado) la pronta asistencia permite realizar el monitoreo médico intensivo requerido y, si es necesario, planificar la cirugía que facilita descomprimir el tejido afectado.

Los ACV se manifiestan con un déficit neurológico que puede ser motor (debilidad), sensitivo (hormigueos, pérdida de sensibilidad), sensorial (trastornos visuales), del lenguaje (dificultades para hablar o comunicarse), o de la coordinación (torpeza, pérdida del equilibrio, trastorno de la marcha).

Si bien los déficits neurológicos generados por un ACV pueden mejorar con los tratamientos antes mencionados (y en ciertos casos de forma espontánea), algunos pueden persistir en el tiempo y convertirse en secuelas. Por esta razón es que la neurorrehabilitación temprana es la intervención más importante luego de la fase aguda del ACV, ya que gracias a ella la mayoría o la totalidad de los déficits neurológicos tienen la posibilidad de revertirse, evitando que el paciente presente secuelas.

Frente a ello, es necesario recurrir a un conjunto de terapias, servicios y técnicas que logren estimular las áreas comprometidas. La rehabilitación luego de un ACV resulta fundamental para prevenir complicaciones y no retroceder en lo conseguido hasta el momento.

Esto puede ocurrir desde la internación o cuando el paciente es dado de alta del centro de salud (hacia su hogar o centro de internación), debiendo continuar con la neurorrehabilitación durante el tiempo que los diferentes especialistas involucrados y el médico lo consideren necesario y beneficioso.

rehabilitación de ACV

 

La neurorrehabilitación siempre es individualizada, es decir, ajustada a cada individuo; multimodal, ya que intervienen distintas modalidades y especialistas; y debe ser iniciada en cuanto el paciente se encuentre en condiciones clínicas para tolerarla.

 

Neurorrehabilitación motora

Dentro de este programa se proveerán las técnicas de movimiento apropiadas para cada caso y se indicará el uso de elementos de asistencia si es necesario (como bastón o andador) a fines de evitar caídas y cuidar el equilibrio.

El objetivo general de esta rehabilitación es que el paciente recupere y mantenga la autonomía en las actividades de la vida diaria, como alimentarse, vestirse e higienizarse.

En cuanto a los objetivos específicos, éstos deben ser consensuados con el paciente y la familia según el grado de severidad de la secuela. En los casos de déficits neurológicos graves, puede realizarse el traslado a centros de internación para recibir cuidados médicos y de neurorrehabilitación intensiva. Sin embargo, esto no es necesario ni beneficioso en todos los pacientes, razón por la que dicha decisión deberá tomarse de forma conjunta entre los distintos especialistas que participan en el cuidado del paciente (neurólogo, médico clínico, kinesiólogo, nutricionista, etc.).

 

Neurorrehabilitación fonoaudiológica

La disfagia o problemas para tragar es un inconveniente habitual en quienes sufren un ACV, y la principal complicación es que el paciente puede desarrollar una neumonía por broncoaspiración (ocurre cuando una porción de lo que se desea tragar o la misma saliva pasa a la vía aérea y alcanza el pulmón, generando una infección). Asimismo, la disfagia también puede desembocar en desnutrición y/o deshidratación por dificultades en la ingesta o en una obstrucción al pasaje de aire.

Es imprescindible la detección temprana y el manejo adecuado de esta condición. A tal fin, se realiza una evaluación para determinar la presencia de disfagia y el riesgo de broncoaspiración que presenta el paciente.

Esta evaluación inicial ocurre en la fase aguda del ACV y permite elegir la mejor vía de alimentación, ya sea vía oral o vía sonda de alimentación. Luego de esta evaluación se busca iniciar tempranamente la neurorrehabilitación fonoaudiológica con el objetivo de lograr una deglución segura para todas las consistencias de alimento (sólido, semisólido y líquido). En caso que la alimentación se realice por vía oral, es posible ajustar la cantidad, calidad y consistencia del alimento para cumplir la demanda nutricional.

El especialista en fonoaudiología es también quien realizará la rehabilitación en pacientes que padecen disartria (problema para expresar ciertas palabras o sonidos) y/o afasia (dificultad para expresar el lenguaje verbal o escrito).

Mediante la identificación de los mecanismos y elementos del lenguaje comprometidos se implementará una modalidad de tratamiento que facilite la recuperación de un lenguaje funcional.

 

Rehabilitación cognitiva y psiquiátrica luego de un ACV

El ACV genera un daño en el cerebro, órgano en el cual se asientan los procesos mentales superiores que dictan la funcionalidad intelectual y ciertos aspectos de la psiquis. Por esta razón, quienes sufren un ACV pueden tener secuelas cognitivas y psiquiátricas. Dentro de las primeras, el paciente puede presentar alteración en la memoria, la atención, el juicio, y la orientación espacial, entre otras esferas, provocando desde dificultades leves, como problemas de memoria, hasta incapacidad para desenvolverse en forma autónoma.

Es importante determinar la presencia y gravedad de estas alteraciones, ya que la neurrorehabilitación cognitiva es un elemento crucial para asegurar la mejor recuperación del paciente y su adecuada reinserción laboral y social.

Además, hasta un tercio de los pacientes que sufren un ACV pueden desarrollar depresión de variable gravedad, la cual interfiere seriamente en la adherencia al tratamiento (poco compromiso con la medicación, hábitos de vida saludable) y en la rehabilitación.Por lo tanto, reconocer la depresión y tratarla de forma oportuna es clave para mejorar las posibilidades de una recuperación satisfactoria.

rehabilitación de ACV

 

Las Unidades de ACV permiten la existencia de protocolos de atención inmediata y sin obstáculos para reducir al mínimo las demoras y poder administrar los tratamientos con la mayor rapidez posible. 

Profesionales de Neurología, Neurointervencionismo, Neurocirugía, Terapia Intensiva, Cardiología, Diagnóstico por Imágenes, Clínica Médica, Guardia Central y Enfermería son quienes conforman las Unidades de ACV en ambas sedes de Sanatorio Allende, desarrolladas para brindar el más alto estándar de atención médica. Está demostrado a nivel mundial que los pacientes atendidos por estas Unidades presentan mejor evolución y mejor pronóstico gracias al acompañamiento y seguimiento del paciente, siempre desde un enfoque multidisciplinario y colaborativo.

Servicio de Neurología Adultos - Sanatorio Allende


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