De acuerdo a lo informado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Tuberculosis es la patología infecciosa que causa mayor cantidad de muertes: aproximadamente 4.000 por día. En 2014, 1,5 millones de personas fallecieron como consecuencia de esta enfermedad: 890.000 hombres, 480.000 mujeres y 140. 000 niños.
Afortunadamente, a nivel mundial la incidencia de la TB ha disminuido en un promedio de 1,5% por año desde el 2000 y es actualmente un 18% más baja que en ese año.
Existen dos formas de Tuberculosis: la infección latente y la enfermedad. Muchos individuos pueden permanecer toda su vida con Tuberculosis latente sin “enfermarse.” Los bacilos están “dormidos” y no se reproducen o, se sabe ahora, lo hacen muy lentamente. Cuando se agrega algún factor que provoque una reducción de las defensas, esos bacilos durmientes que estaban “controlados” y “vigilados” por el sistema inmunológico, podrían empezar a reproducirse y desarrollar la enfermedad. Por otra parte, si un individuo inhala una gran cantidad de bacilos y su sistema inmune no los neutraliza, también puede “enfermarse”.
La Tuberculosis se propaga por el aire de una persona a otra. Cuando un individuo enfermo tose, habla, canta, se ríe o estornuda, elimina bacilos que pueden ser inhalados por quienes se encuentran alrededor. Ataca habitualmente los pulmones, pero puede afectar también riñón, cerebro o columna vertebral.
Es importante saber que no todo el que toma contacto se enferma y no todo el que se “infecta” se enferma.
Constancia en el tratamiento, énfasis en la prevención. La Tuberculosis es una enfermedad curable y de denuncia obligatoria. El Estado debe proveer los medios para su tratamiento en forma gratuita. De hecho, afortunadamente así sucede en nuestro país.
La vacuna BCG, obligatoria en Argentina, tiene eficacia limitada tanto para prevenir la Tuberculosis pulmonar infantil como la Tuberculosis en adultos. Sin embargo, es efectiva para la prevención de formas graves de Tuberculosis en niños. Alrededor del 90% de recién nacidos en el mundo reciben la vacuna BCG, pese a que en algunos estados (por ejemplo, USA) no es obligatoria.
Los pacientes curados de Tuberculosis no presentan un aumentado riesgo de volver a enfermarse si el tratamiento fue adecuado y completo (al menos durante seis meses considerando los esquemas actuales). En estos casos, las tasas de recaída son extremadamente bajas.
La enfermedad no deja predisposición, pero tampoco inmunidad, es decir, el individuo tiene la posibilidad de volver a enfermarse si existe un nuevo contagio, y pueden quedar secuelas anatómicas de diferente magnitud e importancia. Las cepas de Tuberculosis multirresistentes y ultrarresistentes que no responden a los antibióticos de primera línea continúan siendo un reto, a lo que se suma que los tratamientos son generalmente largos y costosos.
En nuestro país existe un Programa Nacional de Control de Tuberculosis y Lepra, el cual tiene la misión de fortalecer la atención en los Servicios de Salud en torno a esta enfermedad, garantizar el tratamiento de las personas afectadas y distribuir de forma gratuita y sostenida los medicamentos para Tuberculosis.
Desde el 2016 se aplica la estrategia Fin de la Tuberculosis, cuya meta es acabar con esta epidemia mundial para el año 2035. Lamentablemente, según estudios publicados recientemente por la OMS, este objetivo no logrará cumplirse. Si bien su incidencia se redujo, aún se presentan numerosos desafíos para erradicarla.Las condiciones de hacinamiento, promiscuidad y déficit alimentario favorecen el contagio y desarrollo de esta infección. Por lo que, mejorar las condiciones socioeconómicas, de vivienda digna, salud y educación, resulta imprescindible para alcanzar el objetivo de vencer la Tuberculosis. Es necesario aunar esfuerzos y prestar atención a una enfermedad que continúa siendo una epidemia a nivel mundial.
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