La alteración súbita del olfato (anosmia) y la pérdida del gusto (ageusia) son dos de los síntomas más frecuentes al haber contraído la infección por COVID 19. Cómo afectan a los pacientes y cuáles son sus posibles tratamientos.
La anosmia, ageusia y disgeusia afectan hasta el 85% de las personas infectadas por el COVID-19.
La pérdida del olfato (anosmia) es la alteración más frecuente, especialmente en mujeres adultas jóvenes o jóvenes. Esta disfunción se presenta cuando una inflamación intranasal, u otra obstrucción, impide que los olores ingresen en el área olfatoria. En el caso de aquellos pacientes afectados por la enfermedad de COVID 19, el virus se propaga a través del neuroepitelio, afectando el bulbo olfatorio y el sistema nervioso central lo que genera una inflamación de la mucosa y la pérdida total o parcial del olfato.
Por su parte, la disgeusia es un trastorno que altera la percepción del gusto junto con la dificultad para identificar los distintos sabores: existe un mal sabor persistente en la boca, que el paciente puede identificar como sabor salado, rancio o metálico.
Como el sentido del gusto está muy asociado al del olfato, la pérdida o alteración de ambos puede suponer un impacto en la calidad de vida de las personas, principalmente al momento de ingerir alimentos.
La principal diferencia entre disgeusia y ageusia es que esta última implica la ausencia o pérdida casi completa del sentido del gusto. Una posible explicación para esta alteración durante el Covid 19 puede ser la presencia de alteraciones olfativas, debido a su estrecha correlación con el gusto.
Las papilas gustativas de la lengua identifican los sabores. En tanto, las terminaciones nerviosas de la nariz, llamados receptores olfativos, identifican el olor. Ambas sensaciones están comunicadas con el cerebro, y para identificar sabores complejos se requiere la intervención de ambos sentidos (gusto y olfato).
En la mayoría de los casos la recuperación de ambas alteraciones (olfatoria y gustativa) se produce de forma progresiva durante el primer o segundo mes posterior a la infección por COVID 19, generalmente de forma completa.
En una reciente investigación diseñada para conocer la prevalencia y la recuperación de la disfunción olfativa en pacientes ambulatorios y hospitalizados con COVID-19, se concluyó que la tasa de recuperación a los 2 meses fue del 75% al 85% y del 95% a los 6 meses.
La alteración del gusto y/o olfato impacta en la alimentación, en la percepción de los sabores, en el deseo de comer y en distintos cambios alimentarios que pueden generar cambios drásticos en el peso corporal. Esto puede traer diferentes afecciones a nivel psicoemocional como miedo, estrés, baja autoestima y aislamiento social. En casos más severos, el paciente puede presentar síntomas de depresión y ansiedad.
Por este motivo, es importante detectar y tratar clínicamente las alteraciones tanto en el sentido del gusto como del olfato, dado el considerable impacto que generan en la calidad de vida de las personas.
Para tratar estas alteraciones existen distintas opciones farmacológicas las cuales sugerimos consultar con su médico especialista de cabecera. También se ofrecen terapias de rehabilitación olfatoria, basadas en la estimulación y la compensación, y distintos planes alimentarios para trabajar en la recuperación de dichos sentidos.
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